Primeros Dientes
La erupción de los primeros dientes (dientes de leche) suele producirse alrededor de los seis meses de vida, aunque no exista una fecha única para todos los niños y, en algunos casos, incluso es normal que aparezcan al año de edad.

La dentición de estos primeros dientes no siempre va acompañada de molestias, aunque muchos niños experimentan malestar, lloran, se encuentran irritables y tienen algo de fiebre (menos de 38 ºC). En ocasiones, las encías también se inflaman y pueden llegar sangrar, pero la salida de los dientes de leche no produce trastornos más graves que erupciones cutáneas, fiebre alta, alergias o problemas gastrointestinales.

Los primeros dientes en salir son los centrales inferiores. A los nueve meses, aparecerán los centrales superiores, seguidos al poco tiempo de los laterales superiores. Cuando el niño ya ha cumplido el año “echa” las muelas inferiores, luego las superiores y a los 18 meses los colmillos inferiores y posteriores. Los últimos dientes en aparecer son los segundos molares que erupcionan a los dos años de edad aproximadamente.

Cuidado desde el principio

Algunos padres consideran que los dientes de leche no tienen que recibir cuidados especiales, porque serán sustituidos por una segunda dentición o dientes permanentes.

En realidad esta idea no es nada beneficiosa para la salud dental de los pequeños. Los dientes de leche ayudan a los niños a morder y masticar mejor los alimentos, pero además, permiten que aprendan a pronunciar correctamente, preparan el camino para los dientes permanentes al guardar el hueco donde surgirán y de alguna forma favorecen la percepción que tienen los niños de su propia imagen, incrementando así su confianza en sí mismos.

Cuándo empezar a cepillar

Por todos estos motivos, los padres deben vigilar desde la primera dentición el cuidado dental de los niños. Cuando el pequeño tiene ya dos o más dientes en cualquiera de las encías se puede empezar a cepillarlos.

Al principio bastará con un poco de agua caliente y un cepillo especial, de cerda suave. Poco a poco se puede introducir pasta dentífrica en el cepillado, pero siempre en pequeñas cantidades (como un grano de café) puesto que el exceso de flúor también resulta perjudicial para los dientes del niño. Esta sobredosis de flúor podría dañar la salud del esmalte, causando manchas y hacer quebradizos los dientes, incluidos los permanentes. Es preferible la constancia y rutina en este hábito de higiene que la cantidad de material dentífrico empleado.

Los padres tienen que supervisar el cepillado hasta que los niños puedan hacerlo por su cuenta (a eso de los seis u ocho años). De esta educación depende su futura salud dental.

Chupete

El chupete o la costumbre de llevarse el dedo a la boca preocupan a muchos padres que piensan que pueden interferir con el crecimiento normal de los dientes.

Los últimos estudios realizados a este respecto indican que el chupete no es dañino siempre y cuando se abandone antes de los dos años de edad. A partir de este momento, el chupete puede interferir con el aprendizaje correcto de la pronunciación, agravar posibles infecciones de oído y deformar el paladar. Además, el chupete eleva el riesgo de caries.

Los especialistas aconsejan recurrir al chupete no inmediatamente, sino a las cuatro semanas de vida del pequeño, cuando ya se ha establecido la rutina de la comida y no hay peligro de que se salten comidas, especialmente si el niño está siendo amamantado.


 

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